Preparar la base: En una sartén grande, derrite la mantequilla a fuego medio y añade la cebolla picada. Sofríe hasta que la cebolla esté transparente y ligeramente dorada.
Cocinar la harina: Agrega la harina a la sartén y cocina durante unos 2-3 minutos, removiendo constantemente para evitar que se queme. Esto creará un roux, que será la base de la bechamel.
Añadir la leche: Poco a poco, vierte la leche en la sartén, sin dejar de remover, para evitar que se formen grumos. Cocina a fuego medio hasta que la mezcla espese y adquiera una consistencia cremosa.
Incorporar el pollo: Agrega el pollo desmenuzado a la mezcla de bechamel, asegurándote de que esté bien distribuido. Condimenta con sal, pimienta y nuez moscada al gusto. Cocina durante 5-10 minutos más.
Enfriar la mezcla: Vierte la mezcla en una bandeja y deja que se enfríe completamente. Para facilitar la manipulación, puedes refrigerarla durante unas horas.
Formar las croquetas: Una vez que la mezcla esté fría, toma pequeñas porciones y dales forma de croqueta con las manos. Puedes hacerlas alargadas o redondas, según prefieras.
Empanar: Pasa cada croqueta por huevo batido y luego por pan rallado, asegurándote de que queden bien cubiertas.
Freír: Calienta abundante aceite de oliva en una sartén profunda y fríe las croquetas hasta que estén doradas y crujientes por fuera. Colócalas sobre papel absorbente para eliminar el exceso de aceite.
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